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BÚSCAME, ENCUÉNTRAME!

 


En el polvo de mi voz callada

tienen raíz el grito y el estruendo.

 

Con impunidad cauterizaron

mis heridas de amor y de tristeza

pero mis anclas destrabaron

cancelando aflicciones y  pobreza.

 

No estoy de cuerpo presente

pero ve las tormentas rojizas

de esperanza que han llegado

como rayos que dispersan mis cenizas

al espacio plagado de bengalas;

 

que tornan los ideales más diversos

en fantasmas de neuronas luminosas

que traspasan los cráneos soñadores

del campo, la ciudad y el universo;

 

que rompen con los miedos, los espantos,

que impactan  corazones generosos,

desollando los párpados cerrados,

que fuerzan a las manos hoy abiertas

a cerrarse con coraje en sus tendones,

en un puño con  rictus doloroso.

 

Búscame entre quienes me vieron

cuando el cuerpo habitó en mi alma,

y encuéntrame con tu mirada puesta

en la ausencia de huesos, en la calma.

 

Búscame antes de que pierdas

lo que tu generosidad y tu alma

hasta hoy no han compartido.

 

Búscame con la mirada al cielo,

sin agacharte y sin perder consuelo.

 

Si piensas que ni siquiera

hoy por hoy me andas buscando,

mira hacia acá, ceguera,

que ya me andas encontrando.

 

Búscame en el confín de la memoria

y vuelca con pasión en el presente

tu fusión con mis ideas de gloria.

 

Tendré que morir múltiples veces

para que me declaren por fin muerto,

y en la senda del buscar incierto

me verás seguir luchando

con cuarenta más tres en el desierto.

 

Ofrezco mi aletear desesperado

en el hueco de apretada impunidad

que me asfixia cual capullo férreo

con su terca realidad.

 

Búscame en el silencio perdido

cuando mi voz les estalle,

búscame en el clamor encendido

que encuentres en cada calle

y en el rostro endurecido

que nada ni nadie acalle.

 

No estoy en tierra tiznada

ni en esas aguas tan sucias.

 

Extiende tu mano amigo

a los dolores del viento

cargado de sinsabores

y pesares polvorientos

que mi ausencia saturó

con perfumes de mi aliento.

 

Búscame en la calle triste

tan repleta de clamores.

 

Ve en los mares desahuciados,

ven, te pido que me encuentres

en los gritos desgarrados,

de impotencia y de despojo.

 

Búscame en el aire limpio

que se impregnó de inmundicia,

veme incólume en la brisa

de cascadas de injusticia

y en los miedos del hambriento

y en la lucha silenciosa

como de hojas contra el viento.

 

Tal vez estoy extraviado

en las buenas intenciones

de la gente subversiva

dormida y sin pretensiones.

 

Búscame en el humo inquieto

con volutas cual canciones

que se elevan hacia el cielo

con la raíz en el duelo,

porque pude ser quemado

en un horno o en el suelo.

 

Indaga por todos lados

qué le dio insomnio a mi sueño,

y activó ideales sembrados

que veloces hallan dueño.

 

Mi cuerpo arde con el fuego

y mi agua es ebullición

que brinda a mi alma con fuerza

pureza y consagración.

 

Veme en la luz de la noche

y en la oscuridad del día,

el frío oculto del sol

o la luna en desamor,

o en el aula tan vacía,

con cuadernos deshojados

por las balas y el dolor.

 

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Jesús Alfonso Montaño

Enero-2015